Los colombianos se han visto enfrentados a una campaña electoral para la presidencia de la república cargada de insultos, de calumnias, por parte del sector de la extrema derecha, el cual escogió tal estrategia como la manera más fácil para llegar a la primera magistratura de la nación.
Las chuzadas, las acusaciones sin pruebas pero que se hacen aparecer como ciertas, marcan el carácter de quien funge como jefe de la extrema derecha en Colombia, quien siempre ha preferido los actos dudosos con tal de hacerse al poder.
Y una vez más ha pretendido jugar con la justicia cuando, argumentando la falta de garantías para presentar las supuestas pruebas sobre sus aseveraciones contra Santos, se ha negado de manera sistemática, cumplir a cabalidad con el llamado que le hiciera la Fiscalia general a fin de que testimoniara sobre la presunta presencia de dineros calientes a la campaña presidencial de Santos en el 2010.
El expresidente César Gaviria, designado jefe de campaña de Santos, en sus primeras declaraciones, sostuvo que Alvaro Urib e no se puede quedar en el sólo señalamiento y que está en la obligación de presentar las pruebas del caso. Y eso es así, el señor Uribe no puede seguir jugando con la dignidad de los colomb ianos por el hecho de sentirse suficientemente respaldado en armas.
El votante colombiano no se puede dejar confundir y menos amedrentar para ejercer con libertad el derecho al sufragio, de tal manera que a concurrir a las urnas a votar por la paz. Diga no a la guerra.
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