domingo, 1 de septiembre de 2019

Las viciadas actuaciones de quienes ostentan el poder en Colombia, pretenden enmarañar en palabras, la actitud asumida por lìderes guerrilleros



Los gobiernos, cualquiera èl sea, siempre han tenido la gran ventaja de manejar de manera libre el direccionamiento de la informaciòn en torno a hechos de relevancia y con incidencia en la masa social , lo que les permite lograr una falsa conciencia colectiva frente a hechos que generalmente resultan ser discutibles si se les mira desde un àngulo de absoluta imparcialidad.
La imparcialidad, sin embargo, tambien resulta discutible dado que cada ser humano procura tomar una posiciòn o lìnea polìtica acorde con sus inclinaciones.
De todas maneras, veamos nuestro caso. Ante las recientes declaraciones de dirigentes de las Farc acusando al gobierno Duque de haberle incumplido al proceso de paz firmado con la administracion Santos en Colombia, se ha suscitado lo que se podrìa llamar un tsunami polìtico, cuando las voces contrarias a la tranqilidad en un paìs envuelto en la violncia desde hace màs de seis dècadas, hablan de traiciòn  de los guerrilleros, pese a caberles el mayor porcentaje de responsabilidad.
Al adoptar tal actitud lo hacen  en el convencimiento de obtener sus frutos, cual es la de inclinar a un amplio sector de la opiniòn ciudadana hacia lo que no son màs que  sucias tretas para afianzarse en el poder con base a la truculencia informativa..
Y con la truculencia informativa se fortalecen siniestras figuras representativas del alto capital que al llegar a la presidencia de un paìs profundizan las grandes diferencias entre ricos y pobres, entre poderosos y asalariados, ante lo cual la situaciòn social, especialmente en Occidente, como lo registramos de cerca en Colombia, en Argentina, Brasil, Centro Amèrica, se agudiza, sin que se le pueda ver una pronta salida .
Hay una estrategia, la perversa alianza entre polìticos, capital especulativo y medios de comunicaciòn, èstos ùltimos llamados a ablandar la mente, la conciencia del trabajador, del campesino, del indigena, para que se acepte como legal cada una de sus viciadas actuaciones.