viernes, 22 de enero de 2016

El cara y sello de la subversión en Colombia


La paz para Colombia bien merece un cara y sello al considerarse que la subversión , se puede asegurar, no tiene nada garantizado.salvo la más probable desaparición de las Farc como grupo insurgente.
Sus principales figuras, entendemos, lo deben tener claro, puesto que una sociedad acostumbrada al libre y caprichoso manejo que se le ha dado a Colombia desde su surgimiento como Nueva Granada y luego como república, por parte de la clase que siempre ha ejercido el poder, no querrá permitirle a los desmovilizados su pleno acceso a la vida democrática, tal como aquí se practica..
En la que consideramos reciente historia de Colombia, ya se pudo ver que un alto número de miembros de la Unión Patriótica, así como varios de sus líderes, fueron desaparecidos por esas fuerzas oscuras en las que se saben escudar los políticos y empresarios que se aferran a sistemas político-administrativos que les garantiza el poder, la hegemonía.
A veces se hace necesario hacer referencia a hechos ocurridos en el lejano pasado de la nación para presentarlos como claro ejemplo de lo que se podría esperar, dada la intransigencia con la que actúan algunos representantes de la extrema derecha para negarle al país, la paz que por años ha buscado.
En los primeros intentos de liberación del yugo español, los representantes de la corona les ofrecieron a los sublevados una serie de acuerdos que permitieran acabar con el  alzamiento armado, entre éstos, la anulación de varios gravámenes que originaron la protesta colectiva. Cuando se creyó que los papeles firmados entre gobierno y comuneros estaba garantizada la paz, los voceros del rey en la Nueva Granada, decidieron desconocer todo lo pactado bajo juramento, con lo cual se le dio inició a una abierta cacería de los cabecillas, quienes fueron finalmente pasados por las armas.
El hecho más espeluznante y que aún hoy llena de vergûenza y dolor, fue el que cometieron las autoridades españolas contra el comunero José Antonio Galán, cuyo cuerpo, desmembrado pedazo a pedazo,  fue regado  por una amplia zona y cuyas partes exhibidas en árboles o estacas a modo de advertencia para que no se volviera a pensar en revolución.
Tal como ayer, quién quita que esa misma soberbia de los gobernantes vuelva a aparecer para aplacar, como en ese entonces, la búsqueda de lo justo, lo razonable.
Los dirigentes de las Farc, creemos, son conscientes de ello, pero la paz merece cualquier riesgo, al pensar que el camino dentro de lo democrático, no es nada fácil.

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