En escenarios diferentes, claro está, se podría establecer un parangón en lo que a la intención de campaña se refiere, entre el presidente John Kennedy y Juan Manuel Santos.
El presidente Kennedy fundamentó su campaña en su firme propósito de buscar un mundo más equilibrado en lo social, pero traviesas circunstancias , entre ellas la desin formación de parte de sus asesores, lo fueron llevando gradualmente a situaciones totalmente diferentes a las proyectadas en su brillante cerebro.
En un escenario doméstico y a mucha menor escala, nos encontramos con un Juan Manuel Santos que en campaña presidencial se desbordó en ofrecimientos al electorado para captar su respaldo. Anunció empezar a reducir el 4 por mil, restablecer las horas extras para los trabajadores, perdidas en el gobierno Uribe,los hospitales serían sacados de su agobiante crisis, los colombianos no recibirían nuevos gravámenes, se decretaría el servicio militar voluntario, el campo recibiría un importante impulso , etc. La lista de bien intencionados propósitos es larga, pero como en el caso Kennedy, la realidad lo ha ido llevando por un sendero diferente, por ese que va acentuando el inconformismo general, especialmente en las capas populares que empiezan a ver cómo cada anuncio de campaña se va tornando en un imposible, o por lo menos, eso es lo que se advierte al observar cada circunstancia en particular.
Tal como Kennedy lo hizo para intentar enderezar el rumbo de varias de las descontroladas situaciones, desconocer la orientación o sugerencias de algunos de sus cercanos asesores, tendrá que hacerlo Santos, analizar cuidadosamente qué es lo que está fallando para que la cadena de desaciertos se encauce a tiempo para su bien y para el bienestar del país.
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