El título de la presente nota lo dice todo: "Mi famiilia no escogió la guerra". Es la triste expresión de uno de los millares de desplazados, que ansutiados, buscando la protección de un estado que siempre ha mirado hacia intereses distintos, hoy se encuentra en cualquier lugar de Colomb ia, intentando rehacer la vida que le quitaron unos violentos.
Solamente quien ha padecido de cerca el rigor de la violencia, de una guerra sostenida por mezquinos peresonajes puede expresarse así, en su intento de hacerle entender a los que les han sacado jugosas ganancias a un conflicto, que el camino debe ser la paz.
Que llegue esa paz que tercamente, unos fuera de cualquier razón, se niegan a permitir que Colomb ia pueda alcanzar,prefiriendo empuñar la bandera de la muerte como lema de campaña para llegar , o bien al congreso, o bien a la presidencia.
Tal parece que no existiera un argumento con más fuerza que el de la guerra, el de la violencia, para alcanzar tal objetivo político.
Pero la reflexión la deben hacer en definitiva, quienes de manera obstinada se han negado a reconocer que con su voto a tan nefastos personajes, lo único que se consigue es prolongar el sufrimiento de un pueblo cansado de la violencia y que reclama la paz después de décadas de una tragedia que toca con fuerza a las familias pobres de un a nación que no merece contar con hijos que estén motivados por el insaciable apetito del dinero sin importarles para nada el dolor de los demás.
Que sus oidos se vuelvan sordos a su perverso llamado y voten por la paz.
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