sábado, 19 de octubre de 2013

Democracia y Moral, dos términos para delinquir en Colombia?

En Colombia se hizo costumbre acudir permanentemente a la palabra Democracia para hacer énfdasis en la libertad con la cual, aquí,  se garantiza prácticamente la  ausencia de control de cualquier tipo que facilite el irregular enrriquecimiento.
Aquí, la palabra Democracia es la varita  mágica que todo lo posibilita y para la que algunos descarados ven en la fuerza, en la guerra, la mejor manera de su defensa para lo de su conveniencia.
Con ese concepto de carácter político, según el cual el pueblo está llamado a ejercer soberanía, se ha montado en Colombia toda una falacia a través de la cual se manipula la mentralidad de la gente humilde para que les garanticen ese voto que al final de cuentas, es su pasaporte para el amañado manejo de los recursos del estado, en cualquiera de sus formas
Pero al término Democracia se hacía necesario agregarle otro de igual incidencia en la mentalidad popular, Moral, para con ellas, efectuar el perfecto manejo de esas masas que los expertos saben moldear a su antojo.Qué se obtiene como resultado de la  unión de esos dos conceptos, que se vea como natural que quienes ostentan las credenciales puedan volverse millonarios en un abrir y cerrar de ojos con los recursos del estado, sin que se les llegue a hacer cualquier tipo de desobligantes señalamientos, tales como saqueador, corrupto, criminal y otros, a los que tendrían derecho en una sociedad menos manipulada que la colombiana.
Como reesultasdo de la amañada maniupulación de ambos términos, Colomb ia se enfrenta a una próxima contienda electoral en la cual se nos hará normal, hasta plausible, que hombres altamente cuestionados, puedan optar por un cupo al maltratado congreso e inclusive, se les otorgue el aval de escoger candidato presidencial, pero a ellos no se les cuestiona su moral.
En Colombia nos acostumbramos que lo moral, lo ético, sea para el pueblo, para aquel que vive de un bajo salario, y eso está bvien, pero a los de cuello blanco, como se les dice a las dignidades no tan dignas, para ellas, esa condición de comportamiento, de conducta, no tiene aplicación.
Es tan absurdo nuestro comportamiento ante tales figuras, que para muchos resulta un halago contar entre sus amistades a un narcotraficante, a un contrabandista, un criminal o a un desfalcador del tesoro público. Ahí nos sentimos henchidos de dignidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario