domingo, 8 de diciembre de 2013

Un político a su elector: " A ti no te debo nada, yo te compré el voto"

Esta expresión corresponde al breve diálogo registrado en cualquier lugar de Colombia entre un político y su elector tiempo después de las elecciones, cuando el compungido hombre se le acerca al congresista a requerirle ayuda por una emergencia.
Al recibir la tajante respuesta, el desilucionado elector lo mira y le dice: " Usted tiene razón, pero desvergonzado soy yo, primero, por haberle recibido una paga por mi voto, segundo, por no haber tenido la suficiente determinación para haberle rerchazado su dinero y en cambio, negarle el sufragio. Hombres que comerciuan con la conciencia del pueblo no merecen representarnos en el Congreso".
No se trata de una fantasía de la imaginación. Es una realidad que se ha dado una y otra vez entre quienes hicieron de la política el más lucrativo de los negocios y que empieza con la compra del voto, actividad que la respalda la presencia de un pueblo cargado de  necesidades por la falta de una remuneración digna, acorde con el tlrabajo que se desempeña.
A quienes no les entregan el dinero en efectivo, hecho que generalmente se da  a pocas horas del cierre de comicios, les llegan con el sofisma de quererles ayudar con la entrega de láminas de eternit, cemento o ladrillos y ahí , la conciencia queda comprada.
Concluida la campaña y credencial en mano, se vuelve a repetir el ejmplo con el que comenzamos la presente nota, para finalmente advertir que quienes suspieron amarrar conciencias han llevado uyna vida llena de lujo, terminando con una jugosa jubilación, mientras aquerl, el de abajo, se debate en medio de las grandes penurias que lo habrán de acompañar hasta la muerte.
Esa es la democracia que los de las injustificadas credenciales defienden, pensando , inclusive, para llibrarse de los onerosos gastos de campaña, en hacer obligatorio el voto. Un reclamo diferente, es subversión.

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