Esa es la realidad de Colombia, lo importante es que haya guerra porque ahí es donde se generan los oscuros negocios.
A los pocos personajes que de manera subrepticia impulsan la violencia en todos los órdenes, están animados exclusivamente por sus intereses personales, sin que los afecte en lo más mínimo el padecimiento de quienes día a día deben enfrentarse a esa violencia que ha socavado los cimientos de un país por más de medio siglo.
Para que esa vorágine no termine hay que acudir a cualquier estrategia, espiar, amenazar, asesinar, montar falsos positivos y por ello, la revelación hecha por la revista Semana sobre la presencia de una oficina ilegal del ejército, desde donde se procedía a la interceptación de conversaciones telefónicas tanto a funcionarios del gobierno, como a miembros de la izquierda.
Pero hacia dónde finalmente se dirigían los resultados de las ilegales operaciones? No se ha dicho con precisión a quién se quería beneficiar, lo único cierto es que en más de una ocasión el alto gobierno fue sorprendido con las revelaciones que políticos enemigos del presidente hacían sobre hechos a desarrollarse en determinadas fechas y que se suponía, eran del exclusivo dominio de quienes debían intervenir en su cumplimiento.
El hecho concreto es que se ha estado espiando a la izquierda, así como a los diálogos de la Habana, con la única finalidad de que en Colombia continué la violencia. Lo curioso de todo es que el Ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, le diga a la opinión pública que él no tenía conocimiento de ese espionaje. Entonces, de quién era la oficina y a nombre de quien actuaba?
El presidente Santos sostiene que él desconocía la existencia de tal oficina, en consecuencia, es necesario que se cumpla una rigurosa investigación para que tan grave hecho se pueda esclarecer. Alguien tiene culpa de todo esto y debe renunciar.
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