La expresión lanzada por el vicepresidente de Colombia, Angelino Garzón, según la cual el enfrentamiento de campesinos, indígenas, trabajadores y fuerza pública es " un bochinche de gente pobre", pese a que la emitió dándole toda su trascendencia, seguramente ha sido tomada por la alta dirigencia como una salida folclórica de la crisis que se observa.
A esa expresión que encierra una dura y cruda realidad, seguramente se le hará quedar como una de las tantas salidas de tono de Garzón de quien se afirma, le agrada ubicarse en un escenario de criterio sobre asuntos del gobierno diferente al del presidente Santos.
Así se le llegue a tomar como una ligereza, debemos señalar que no es tal. Se trata de una incuestionable realidad porque en los estados en donde la ausencia de equidad en lo social, como el caso de Colombia, la fuerza pública la integran, en sus rangos menores y medianos, gente de la clase popular, quienes con un uniforme y um bolillo o bastón de mando, terminan enfrentaándose, a nombre de un estado, a todo aquel que reclama justicia social, que clama por salud, educación. Alguien dijo una vez que a lo pobres los uniforman para que le den palo a su gente.
Aquí el caso es que esa confrontación se puede evitar si la misma policia se dedica a controlar a los infiltrados que originan los desórdenes y los manifestantes hacen sus exigencias dentro de la cordura. Los movimientos o marchas del silencio son más efectivas que las violentas revueltas. Búsquen los ejem´plos.
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